Se nos vende que
la mujer musulmana es una ignorante dominada por un beduino, que es su marido.
En mi opinión, nada más lejos de la realidad.
En origen, la razón de las costumbres musulmanas hacia la mujer era protegerlas. Que se fueron transformando en normas de dominio y control. Pero ellas se defendieron como pudieron.
Se las obliga a taparse con unas vestimentas fantasmagóricas. En Occidente, acostumbrados a la mujer en bikini, o incluso sin él, parece aberrante. Pero pasear por la calle controlando lo que te rodea sin que se te reconozca provoca una impresión extraordinaria. Cosa que en Europa se hace libremente. Y si además te pagan por ello, ¡cojonudo!. Con eso y lo que sacan de ayudas sociales para sí y sus churumbeles, vegetan sin dar golpe.
Viven en una sociedad en la que, de puertas a fuera, domina el hombre. Pero en el ambiente doméstico, manda la mujer: la suegra de parte del marido. Y cuando ésta no está, impera la esposa.
La mujer que vive en Europa de hoy decide lo que quiere parir. Los anticonceptivos están al alcance de todas. Y son ellas las que conforman la familia numerosa invasora, no sus barbudos maridos.
Esperemos que los hijos a pesar del adoctrinamiento, superen esas castrantes costumbres medievales y envíen el pañuelo y la sotana a tomar viento.
En origen, la razón de las costumbres musulmanas hacia la mujer era protegerlas. Que se fueron transformando en normas de dominio y control. Pero ellas se defendieron como pudieron.
Se las obliga a taparse con unas vestimentas fantasmagóricas. En Occidente, acostumbrados a la mujer en bikini, o incluso sin él, parece aberrante. Pero pasear por la calle controlando lo que te rodea sin que se te reconozca provoca una impresión extraordinaria. Cosa que en Europa se hace libremente. Y si además te pagan por ello, ¡cojonudo!. Con eso y lo que sacan de ayudas sociales para sí y sus churumbeles, vegetan sin dar golpe.
Viven en una sociedad en la que, de puertas a fuera, domina el hombre. Pero en el ambiente doméstico, manda la mujer: la suegra de parte del marido. Y cuando ésta no está, impera la esposa.
La mujer que vive en Europa de hoy decide lo que quiere parir. Los anticonceptivos están al alcance de todas. Y son ellas las que conforman la familia numerosa invasora, no sus barbudos maridos.
Esperemos que los hijos a pesar del adoctrinamiento, superen esas castrantes costumbres medievales y envíen el pañuelo y la sotana a tomar viento.